«Por otra parte, la unidad de la Iglesia radica en dos cosas, es decir, en la conexión o comunicación de los miembros de la Iglesia entre sí y en la ordenación de todos ellos a una misma cabeza, a tenor de lo que escribe el Apóstol: Vanamente hinchado por su mente carnal, sin mantenerse unido a la Cabeza, de la cual todo el Cuerpo, por medio de junturas y ligamentos, recibe nutrición y cohesión para realizar su crecimiento en Dios (Col 2,18-19). Pues bien, esa Cabeza es Cristo mismo, cuyas veces desempeña en la Iglesia el SumoPontífice. Por eso se llama cismáticos a quienes rehusan someterse al Romano Pontífice y a los que se niegan a comunicar
con los miembros de la Iglesia a él sometidos.»
(Suma Teológica, II-II, q.39, art. 1)
«Y esa autoridad de la Iglesia radica de manera principal en el Papa, ya que se lee en el Decreto 16: Cuantas veces se ventile una cuestión de fe, pienso que todos nuestros hermanos y obispos
no deben someterla sino a Pedro, es decir, a la autoridad de su nombre. Con esa clase de autoridad no defienden su manera de pensar ni San Jerónimo ni San Agustín ni ninguno de los santos doctores.»
(S. T., II-II, q. 11, art. 2, ad 3)
[…] porque siéndole dada toda potestad, según su humanidad, como parece en San Mateo, cap. 16, la comunicó a su Vicario, cuando dijo: «Yo te digo que tú eres Pedro, y que sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; y todo lo que atares en la tierra será atado en el cielo». Adonde se ponen cuatro cláusulas que significan el dominio de San Pedro y sus sucesores sobre todos los fieles, y que por ellas el Sumo Pontífice Romano puede ser llamado Cristo, Rey y Sacerdote. Por que si Cristo Nuestro Señor se llama así, como prueba San Agustín en el libro diez y siete de la Ciudad de Dios, no es fuera de razón que se den los mismos nombres a su sucesor, suponiendo las razones que de esto se podrían dar como en cosa que es muy clara.
[…] porque como el Sumo Pontífice sea cabeza en el cuerpo místico de todos los fieles de Cristo, y todo el movimiento y sentido en un cuerpo verdadero proceda de la cabeza, así debe ser en la materia en que hablamos, por lo cual es necesario decir que en el Sumo Pontífice está la plenitud de todas las gracias, porque él solo da indulgencia plenaria de todos los pecados, para que le competa lo que decimos del primer Príncipe y Señor, que es que de su plenitud recibimos todo.
(De regimine principium, liber I, cap. X)
Deja un comentario